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domingo, 27 de noviembre de 2011

1883: Istmo de Guanarteme "Lo que trajo el puerto"

Ciento veintiocho años después, disfrutando de un agradable paseo por el suelo que se pudo salvar de la especulación en La Isleta y fijando la mirada en el istmo de cemento que se extiende a nuestros pies, cualquier amante de la naturaleza se preguntaría si tanta destrucción valió la pena.

Muchos son los visitantes que, al acercarse por primera vez a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, se asombran al divisar el peculiar perfil de una "ciudad flotante" que parece haber sido construida sobre las olas y que se extiende como una gran muralla marina uniendo dos pedazos de una misma isla. No en vano, el tramo de urbe levantado sobre el Istmo de Guanarteme, en conjunto con la fotogénica Playa de Las Canteras, ha resultado la panorámica más comercializada y conocida de la co-capital canaria. Mucho menos conocido es, sin embargo, el precio medioambiental sufragado por una urbanización especulativa y sin control que en pocos años se fue adueñando de un paisaje costero único en las Islas Canarias.







   Istmo (2012) - Antonio Márquez                   Istmo (2006) - F. Carmona González

Pocos son los canarios que se plantean la importancia ecológica que este actual espacio urbano tuvo que suponer para la historia natural de las islas. Geográfica y fisionómicamente, el entorno noreste de la isla de Gran Canaria no tiene parangón en el resto de Canarias. Las especiales condiciones que allí se dieron permitieron que el islote volcánico que fue La Isleta acabase formando parte del resto de la isla gracias a la acumulación de coladas volcánicas, depósitos fluviales y restos orgánicos marinos en el estrecho de mar que separaba ambas tierras, el cual poco a poco se fue colmatando hasta formar una lengua de arena y dunas. Este cuidado y minucioso capricho de la naturaleza tardó muchísimo tiempo en consolidarse hasta acabar convirtiéndose en un precioso paraje natural costero. Un bello refugio ribereño que llevaba ya varios miles de años allí cuando los pobladores prehispánicos llegaron a las Islas Canarias. Un regalo de la naturaleza que sucumbió en menos de 50 años ante la voraz y necia expansión de la ciudad.


Panorámica del Istmo de Guanarteme (1880) - Luis Ojeda Pérez


Aunque se podría ligar el comienzo del deterioro de este espacio natural a la fundación misma de la ciudad de Las Palmas, no es menos cierto que el verdadero detonante de este atentado medioambiental estuvo constituido por el inicio de la construcción del Puerto de la Luz en 1883, junto a los consiguientes planteamientos urbanísticos en la zona. A partir de ese momento, el ecosistema dunar allí presente entraría en una regresión que se aceleraría con el paso de los años, mientras se multiplicaba la construcción de las residencias de verano de las familias más adineradas a pie de playa. Progresivamente, a medida que el puerto crecía también lo hacía el número de edificaciones y calles asentadas sobre la lengua arenosa, hasta llegar a la total ocupación urbana de la misma. Por otra parte, el deterioro medioambiental de este entorno costero no sólo se ciñó al citado istmo. La Bahía de la Luz contaminó sus aguas con una gran actividad portuaria, La Isleta fue maltratada y utilizada como cantera para la extracción de áridos durante la construcción del citado puerto e incluso La Barra fue parcialmente degradada al permitirse la extracción de su característica arenisca.












 






La Isleta (1879) - Pepelopex                                     Anuncio de Las Canteras (1910) 

Esta especulación, orquestada por p
olíticos y familias adineradas, desencadenó un urbanismo desmesurado en el que parecían molestar las zonas no construidas o los espacios verdes y donde primaba el deseo de establecer la gran metrópolis de Canarias, desgraciadamente a cualquier precio. Esta codicia por el suelo, que se extendió por toda la ciudad, ha permitido verdaderas locuras urbanísticas como, por ejemplo, la construcción de barrios en lugares impensables, el acoso con polígonos industriales al flanco sur y sureste de La Isleta, el alzamiento de diques y dársenas que crecen y crecen desafiando al océano y cambiando por completo la fisonomía original de la zona, etc.











Las Canteras (1885) - Luis Ojeda Pérez               Primera urbanización del istmo (1925)

Pero además, el deterioro original ocasionado al citado entorno tiene efectos colaterales que se prolongan hasta la actualidad. El más grave está constituido por la interrupción del flujo natural de la arena que llega hasta la Playa de Las Canteras. Antes de que se urbanizara el istmo, las arenas se amontonaban en dunas que se movían libremente por la zona y se distribuían acorde al flujo de los vientos dominantes, que acababan devolviendo la arena al mar en la zona este y sureste del istmo. Desde la construcción del paseo marítimo y los edificios, la mole urbana actúa como un gran obstáculo que favorece que las arenas se acumulen en el lado oeste del istmo, restando progresivamente profundidad a la costa y rellenando el espacio que separa la orilla de la playa de La Barra, especialmente en su flanco noreste. Una grave consecuencia que hará que en el futuro, sin una labor de mantenimiento constante, la orilla continúe avanzando hacia La Barra al tiempo que se hace menos profunda la dársena de Las Canteras, con el consiguiente empobrecimiento de biodiversidad marina en la zona.






   Los Arenales (1925) FEDAC                       Los Arenales (1910 - 1912) Luis Laine FEDAC

Lamentablemente, estos capítulos de historia negra para el medioambiente canario no consiguen hacer reflexionar a ciudadanos y políticos sobre la importancia de conservar nuestros espacios naturales libres del “desarrollo a cualquier precio”. Irónicamente, cada tarde miles de grancanarios, conocedores o no del bello paraje perdido, se enorgullecen de su querida Playa de Las Canteras mientras disfrutan de la puesta de sol y, quizá en estos días, mientras unos ojean un panfleto sobre los peligros de contar con una regasificadora en plena ciudad, los otros se alertan al leer en el periódico la posibilidad de que dicha inversión multimillonaria acabe marchándose a la isla de enfrente; después de todo… ¿No queda espacio en La Isleta?

ÁMBITO
Costa
PERÍODO
1883-2012
ESTADO
Irreversible
DESTRUCCIÓN (aprox.)
7,33 km² (tierra) + 7,74 km² (mar)